Mi Familia

Hoy me encontré con mi tía y mi primo. En realidad, iba a encontrarme con Mary pero fui a buscarla a la oficina y ellos estaban ahí. Son mi familia, pero no nos vemos nunca. Desde que un x mató a mi tío nos alejamos completamente. Mi tío siempre organizaba algún asado o pasta de domingo. Normalmente nos encontrábamos en Casanova; punto ¿intermedio? entre Ramos y Olivos. Ya no recuerdo si era una vez por semana o cada dos domingos. Pero el caso es que siempre estábamos en contacto. María (Mary) y José (mi tío) eran muy pegotes.

Pero hoy las cosas son diferentes. Parece que, ignorando la sangre, lo único en común son los abogados y los trámites pendientes. Queda un gusto amargo de no entender porqué los primos no somos tan pegotes, queriéndonos tanto. Hay problemas de piel de por medio, pero no son nuestros. Y no se si esas cosas se heredan o qué. Ver a mi tía y mi primo (en estas terribles muertes de obispo), siempre me conmueve los poros y me deja la nostalgia por lo que no somos y ya no podremos ser. Somos pocos. Somos yovivolejostuyo, y tengomucholaburo, o tengomuchoquehacer, y nunca nos vemos. Esther y mi tío Julio viven a la vuelta. A él lo quiero, y a ella... bueno, a ella tengo que verla. A los de Pompeya también los queremos, pero es lejos. Y bueno, con tantas bajas en los últimos años podría decir que hemos sobrevivido los que estamos. Es como dice Silvio:

Quedamos los que puedan sonreír,

en medio de la muerte,

en plena luz.