11 agosto 2006

Sarmiento # 9 bis

Llegaba tarde al laburo. Ya era la segunda vez en la semana y sabía que se le iba a complicar con el jefe. El lunes lo amenazó con descontarle del sueldo. Hijos de puta hay en todos lados. Laburo de mierda. Todavía que estaba en negro y siempre, pero siempre tenía que hacer “horas extras”. Ni soñar con cobrarlas…
El bondi le había pasado por delante, pero justo a tiempo escuchó sonar la campana de la barrera. Venía un Sarmiento. Si lo agarraba, llegaba justo. Corrió, pagó el boleto (tuvo suerte de no tener que hacer la fila), y lo alcanzó. Venía hasta las bolas. Los vidrios empañados descubrían la falta de espacio. En la puerta que le tocó sólo subían dos personas más. Pero cuando por fin se abrieron las compuertas, sólo bajó una persona.
Él tenía que entrar. Y se hizo lugar, como siempre, a los tumbos. Demasiada gente, alientos putrefactos y falta de baño. Hasta ahí lo habitual. Pero cuando por fin subió, el turro del maquinista inició la marcha y las puertas no se cerraban. Y sintió que perdía el equilibrio. Lo único que le faltaba: tener un accidente. Si sobrevivía no tenía ni obra social para cubrir los gastos. El tipo estiró el brazo derecho y manoteó lo primero que encontró. Y empezó a tirar de la cabeza de alguien. Si no se agarraba fuerte se caía a la mierda. Qué carajo le importaba si le tiraba un poco de las chapas a un pasajero. Por lo menos su víctima estaba bien agarrada. Increíble pero lo sostuvo bárbaro mientras la puerta empezaba a cerrarse lentamente y el tren se alejaba de la estación. Sí, puteó de lo lindo. Pero la puteada se escuchaba como lejos. La puerta se cerraba y el pasajero (que resultó ser una piba) le clavó las uñas. El tipo no entendía cómo podía ser que no tuviera un poco de piedad. Era obvio que si se soltaba se caía a la mierda. La puerta se cerraba despacito. Por fin se cerró. Ya estaba a salvo, del lado de adentro. A Liniers llegaba en dos minutos, y de ahí al laburo un par de cuadras nomás. Una vez relajado, sintió una patada en la pierna. (¿Pero qué mierda…?) La piba se había desquitado con fuerza. Con la puerta cerrada empezó a escuchar lo que le gritaba: ¿¿Qué sos, enfermito??? ¿¿Pelotudo, me querés desnucar?? ¡¡¿¿No te da la cabeza para pensar qué mierda estás haciendo??!!
(Ey!! Qué boqui-taaaaa. ¿Y a esta qué le pasa?) El tipo miró a la piba atónito. Se ve que la estaría lastimando. Bueno, disculpá, no es para tanto che. Intentó explicarle, pero la piba no entraba en razones. Alzó sus hombros desconcertado. No paraba de putearlo. Menos mal que ya llegaba. Quedó algo sordo. No encontró forma de amortiguar los gritos. Ya estaba cerca. Ya casi Liniers. Hasta que (¡Por fin!) Liniers.

6 Causas y azares:

Blogger Unknown dijo...

"Ponete un poquito en mi lugar, ¿viste?"

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Entre los olores más feos que se pueden encontrar en el océano de gente están:

1. El olor a pelo sucio y mojado de ese señor muy morocho, casi marrón.

2. El olor (no a la ida, sino a la vuelta) a rastros de lavandina, que provienen de las manos de esa señora bajita, redondita y achinada.

3. El olor a zapatilla Nike Feraldy mojada, que sobrevive desde el año 97 en un estado permanente de humedad.

2:15 p. m.  
Blogger Abukasem dijo...

Vuelvo, luna.

11:55 p. m.  
Blogger Lunita dijo...

Viste agustín? cómo cambia todo según el cristal...
Abukasem, lo estaré visitando.
frastraslafra: gracias por sus comentarios. En relación a ser parte de sus favoritos, tendremos que esperar a mediados de esta semana, cuando sale "El decálogo del pasajero sarmientino".

9:15 a. m.  
Anonymous Anónimo dijo...

La felicito por el blog, como casi todas las cosas buenas lo encontré de casualidad.

Leerla fue una experiencia tan agradable como incómodo el contenido del relato.

Saludos.

9:27 a. m.  
Blogger Lunita dijo...

qué bueno que el relato lo ha incomodado, submarino... :)

10:29 a. m.  
Blogger María Petraccaro dijo...

Me encantó que también hayas puesto la otra parte de la historia.
Fantástico.

3:18 p. m.  

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