El lugar donde vivo

Llegar un domingo a Cambridge y no manejar bien el idioma, hace las cosas mas dificiles. A eso hay que sumarle que tenés que cargar con tu bolsa de princesadeamérica, y una mochila no menos pesada. A eso sumale que no tenés idea en dónde queda la residencia en que te vas a hospedar. A eso sumale que la oficina de turismo está cerrada. Que nadie sabe dónde queda una calle y que no hay tanta frecuencia entre los colectivos. Y que además, ese dato deja de resultarte útil cuando te avisan que para el lado de Histon Road no tenés ningun bus que te acerque. Finalmente pagás un taxi por 15 cuadras. 5 points (son libras, lo cual equivale a 30 pesos). Y decidís que mejor relacionas pocos precios porque sino vas a enloquecer rapidamente.
Tuviste mucha suerte si subiste de casualidad a un taxi negro, los oficiales. Y más aún si el taxista resultó ser una persona cordial y atenta. Solo le mostré la dirección y en 15 minutos estaba ahí. Pero claro... si es domingo, tampoco vas a encontrar a alguien de la administración que te reciba. And the room number? me dijo el taxista polite. What??? Yo no tenía ningún número de habitación... Por suerte, justo bajaron 3 de las 17 italianas que viven (cada una en su habitación) en el segundo piso. En seguida me reconocieron, y bajó una cuarta que hablaba español: los milagros existen!!! Un alivio.
Esa es la ventana de mi dormitorio. En Planta Baja, 7. Sí, Funes: 7. Me gusta porque está al final del pasillo, frente a la cocina (je). Y la ventana esta toda florecida.

Tenemos una habitación especial con lavarropas y todo. Pero Lunita no sabe ni usar el de su casa... Tal vez aprenda a última hora, como siempre. Antes de salir para España seguramente. Y la cocina es un lugar hermoso. Marrón clarito con blanco. Sus ventanas son enormes y dan al patio donde todos guardan sus bicicletas (porque, ya comentaré con mayor detalle) Cambridge es la CiudadDeLasBicicletas. Volviendo a la cocina, es enorme. Me gusta sentarme a la mañana y tomarme unos mates mientras leo Rayuela. Creo que se ha convertido en uno de mis rituales favoritos. Tenemos microondas, tostadora, licuadora, y no se cuántas boludeces de esas que al final son útiles...

Y mi pieza es mi lugar. No es muy grande. Tengo baño privado (no olvidar cerrar la puerta cuando te vas a bañar porque se activa la alarma de incendio con el vapor, por favor, no olvidar Lunita!). Tengo un escritorio, una cama, un placard y una mesita de luz. Y un corcho donde tengo colgada una sola foto. Eso es todo. No necesito más. Como no tengo despertador, estoy aprendiendo a levantarme sola. Cuesta che...

Cenan a las 6 de la tarde, así que decidí dejar el almuerzo para cuando salga de acá. Merendar para qué... Igual, termino cenando más tarde. Uff... como a las 19:30hs! Así que si no salí, lo más probable es estar acostada para las 23:30 o 00hs. No logro adaptarme a eso y termino dando vueltas en la cama durante una hora... Hasta que me levanto al día siguiente, abro la ventana y corro las cortinas. Y entonces empieza un nuevo día nublado (porque llueve durante la madrugada, siempre), y camino 40 minutos hasta el College, donde tengo clases como alumna de secundario. Abrir la ventana... cómo me gustan esas flores rojas asomando su buendíaLunita...