17 marzo 2006

Otra vez el Sarmiento

Los que vivimos en el Oeste sabemos que los trenes no se han hecho para viajar, sino para sufrir. Y los que vivimos entre las estaciones Castelar y Once, sabemos perfectamente que hay determinada hora en la que, si perdimos el especial Castelar, vamos a padecer el peor trayecto del día. Y hoy me tocó.
Nunca me detesté tanto. Perdí el especial por una cuadra! Y cuando llegó el siguiente tren dije: -qué tan terrible puede ser... son las 7:15hs, y seguro toda este gente baja antes de lo que pueda imaginar!-. No tuve aire ni para retirar lo dicho. Como pude, me fueron paseando por todo el pasillo central del vagón. Llegó un momento en que nos juntamos unos cuatro o cinco que no bajámos hasta el final, y nos movíamos en conjunto. Como si fuéramos un equipo, nos avisábamos si a espaldas del otro se movilizaban quienes bajarían en la siguiente estación, y nos preparábamos para rotar de sector. Liniers... acá baja un cuarto del vagón. -Si, pero sube el doble!- me respondía uno de los integrantes del equipo. Entonces, listos para recibir el impacto! Villa Luro... no, no bajaron tantos. Y nadie abre una puta ventana. Floresta: cambio de puerta. Impacto desde otro sector. Caras nuevas. Tufo nuevo. Flores, decido bajar. Quizás cuando pueda volver a subir quede pegada a las puertas, y entonces se escabulla un hilo de aire por el hueco que se forma entre ambas. No lo logro. Vuelvo a subir, pero me empujan hasta otro costado. Esto me pasa por separarme de mi equipo- pienso. ¿Dónde han quedado? Obviamente no muy lejos. De hecho, me han empujado tan adentro que los tengo a mi costado izquierdo. Caballito. Acá bajó una cantidad importante. Persevero, pero no triunfo. Bajo con el malón de vacas, pero apenas subo, la puerta amaga a cerrarse. Eeeehhhh!!!!- les grito a los maquinistas (yo estaba en el primer vagón, así que mejor que me escuchen). Yo pasé. Pero no les importó ni un poco que un montón de gente que quería regresar al tren pudiera quedar afuera. Ya se respiraba un poco de aire... Uno de mis co-equiper quizo iniciar una conversación, pero yo no le dí mucha chárara. Sólo somos lo que fuimos. Y llegando a Once todo se termina.
Aire impuro de ciudad... nunca tan exquisito.

6 Causas y azares:

Blogger Abukasem dijo...

Leyendo su apasionante relato, descubro que mi pie está magullado, tengo moretones en los brazos, y mis manos sudorosas apenas pueden posarse sobre el teclado.
He sentido un viaje en tren con Lunita.

11:43 a. m.  
Anonymous Anónimo dijo...

...devuelva la pelota que la necesitamos para la vuelta...

2:00 p. m.  
Blogger Eugenia Rombolá dijo...

Ay, lunita, si sabré de estos partidos sarmientinos!
Saludos,
y buen viaje.

3:30 p. m.  
Blogger Emilie dijo...

Uh! post especial para los del lejano oeste! esos viajes yo también los he sufrido! Ahora que soy una capitalina de medio pelo porque vivo en Liniers trato de evitar el sarmiento, y las pocas veces que lo tomo porque se me hace tarde y el tren es siempre más rápido que el 86 hay algún accidente (siempre en flores) en fin. Ahora no me preocupa tomar el local, y formo parte de otro equipo, del montón de Liniers que logra subir al tren cuando baja el otro montón. Saludos!

9:28 p. m.  
Blogger Lunita dijo...

Somos más de lo que creemos... Terrible!

4:03 p. m.  
Blogger Unknown dijo...

...por suerte o desgracia...

...siempre...

5:10 p. m.  

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