23 septiembre 2006

Choque

No, no tengo auto. No manejo. Soy una analfabeta del volante. Y casi no me pongo el cinturón. Ponete el cinturon. Bah… si querés… se corrigió con simpatía. Recién nos conocíamos. Compartimos una clase en la facultad y salimos ya de noche. Había dejado de llover. Me preguntó para dónde iba. Le dije que para Rivadavía a tomar el bondi porque vivía en el oeste. ¿En serio? Yo vivo en Mataderos ¿Te alcanzo hasta Rivadavia? Joya. Si se largaba de vuelta no me iba a mojar. Arriba del auto me pregunta en dónde vivo. En Ramos. ¡Ah, bueno! Pero entonces te dejo en Liniers. Si vos lo decís... Ya me había dicho antes que me ponga el cinturón y agarramos derecho por Alberdi. Y nos pusimos al día como si nos conociéramos de otro planeta. Que el laburo, que lo dificil que es la carrera de Historia, que se te acumulan los finales, que yo si no tenía auto hoy no sé si venía, que me recibí en Ciencia Política, que me compré el auto hace dos semanas, que trabajo en el Rojas (todavía), que tengo un hijo de cuatro años, que me metí en el taller de historia oral, que yo también hice materias con Possi, y así, y así, y así.
Cuando llegamos a la esquina de Las Heras y Mosconi, tuvo que frenar de golpe porque el semáforo estaba en verde pero se había armado una fila de autos que no avanzaba. Puso su mano sobre la mía, como previniéndome de la frenada. No fue para tanto. De hecho mantuvo una distancia con el auto que tenía enfrente.
Ibamos a continuar con la charla, esperando que la fila arrancara, cuando paaaaaaaa!!! Nos la pusieron por atrás. Y eramos dos chicas. Durísimo. Todavía me duelen la espalda y el cuello. Salté en el asiento, me fui para adelante y el cinturón me atrapó cual superhéroe. El coche de atrás no pudo frenar con distancia. Ni baja velocidad. Nosotras perdimos nuestra distancia con el de adelante, al que también se la pusimos (por excelencia, el mayor deseo de venganza del género femenino). Choque en cadena nomás. ¿¡Estás bien!? Sí, todo bien. ¡Qué vergüenza! ¡Perdoname! No negra, si no fue tu culpa. Además estámos bien las dos. ¡¡¡Mi auto nuevo!!! Y sí, una reverenda cagada che…
En fin… de ahí la historia es conocida (al menos entre la gente que hace lo que dice tu productor de seguros amigo: tomá los datos, hacé la denuncia, bla bla). El auto ya no tenía cristales. El paragolpes trasero hecho bosta. Pero la chapa zafaba. Bueno, ¿no te molesta si te dejo en San Martín? No, para nada. Vos tranquilizate, andá a tu casa y tomate un té. Y mis viejos encima están de viaje… qué mierda… Sí, por eso. Mejor tranquilizate un poco. Dame tu tel que te llamo después a ver cómo estás. Bueno, gracias. ¿Vos en serio estás bien? Si, si. Todo bien. Y por esta avenida pasan bondis que seguro que me dejan derechito en Ramos. ¡Uy! ¡¡Ahí se va uno!! ¡Ese te lleva! ¡Ese te lleva!. Bueno, pero no lo pienso correr… Dejame en esta esquina que está iluminada y hay gente. Y después hablamos. Bueno…. Bajo del auto y no encuentro mi boina y la put… Otra vez. ¿Che, si encontrás mi boina me la traés la clase que viene? Si, claro. Ey, ¿Cómo es tu nombre? Blanca ¿y el tuyo? Jimena. Chau Jimena. Chau.

4 Causas y azares:

Blogger doble visión dijo...

Que bajón!
encima hasta se te mezcla un sentimiento de culpa, con el de impotencia ante lo inevitable.
Suerte que no les paso nada, pero que te duele el cuerpo entero varios días, eso no te lo quita nadie.

saludos

9:01 p. m.  
Blogger Lunita dijo...

y mirá que aproveché para pedir masajes... pero nada.

11:26 p. m.  
Blogger Emilie dijo...

una vez que no volvés en el Sarmiento...pero qué mala suerte!
besos

1:58 a. m.  
Blogger Lunita dijo...

¿¿Puede ser?? Yo tan feliz que estaba...

9:44 p. m.  

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